Inhalar aire contaminado una sola vez generalmente no causa molestias. Además, la calidad del aire no siempre se puede ver a simple vista ni oler fácilmente. El riesgo real para la salud al inhalar humos de soldadura depende de tres factores: cuán tóxico es el humo, cuán concentrado está y cuánto tiempo lo inhalas.
Si inhalas humos de soldadura de vez en cuando, puedes experimentar molestias como:
Los efectos a corto plazo de la exposición a los humos de soldadura: irritación de las vías respiratorias, tos, dolor de garganta, escozor en los ojos o la nariz, picazón, ritmo cardíaco acelerado, ligera elevación de la presión arterial, dolor de cabeza, náuseas, mareos, fatiga o visión borrosa.
Sin embargo, como soldador, también puedes inhalar durante mucho tiempo pequeñas cantidades de humos de soldadura. ¡Esto puede provocar daños graves, crónicos y a menudo irreversibles en tu salud!
Los efectos a largo plazo de la exposición a los humos de soldadura: bronquitis crónica y otras enfermedades respiratorias, disminución de la función pulmonar, asma, riesgo de cáncer de pulmón, inflamación de las mucosas, deterioro cognitivo acelerado y síntomas similares al Parkinson, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, infarto, derrame cerebral y demencia…
Ten en cuenta también que los humos de soldadura son tóxicos para tu bebé si estás embarazada y trabajas como soldadora. Las personas con problemas respiratorios como asma o EPOC también sufren más molestias al inhalar humos de soldadura. Los soldadores mayores o con una salud debilitada son especialmente vulnerables a los efectos de los humos de soldadura.